martes, 8 de mayo de 2012

Andy Goldsworthy

Hoy he visto de nuevo el documental de Andy Goldsworthy Rivers and Tides y he recordado mi primer año en Bellas Artes, donde todo era nuevo para mí. Conocí el Land Art y comprendí la belleza del arte efímero. Aprendí que se puede hacer arte interactuando con la naturaleza, jugando principalmente con la estética y las sensaciones. Tuve la oportunidad de ver una exposición suya en Madrid hace unos cuatro años, y ocurrió como muchas otras veces: cuando se comercializa según qué tipo de arte, éste pierde todo su encanto. Es lo que ocurrió con la obra de Goldsworthy. No dejó de sorprenderme estar dentro de ese inmenso "iglú" construido con madera, pero al contextualizarlo dentro de un elemento arquitectónico, su obra dejaba mucho que desear, dada la incoherencia con el entorno y el desintencionado contraste de lo natural con lo artificial. No obstante, todo y encontrarme casualmente con su obra, no me decepcioné del todo. Me ilusionó poder ver su trabajo en persona por tratarse de uno de esos artistas que llamó mi atención desde el primer día que lo conocí a traves del dicho documental que nos proyectaron en clase de Color. No pude evitar recibir diferentes sensaciones dentro de ese espacio delimitado. Tal y como dice el autor, hay cosas que no se pueden explicar con palabras. Sin embargo, prefiero su obra en su hábitat natural, es decir, en la naturaleza dada la redundancia; aunque esto suponga llegar a ella a través de la pantalla. Transmite muchas emociones, aunque soy consciente que hay mucha gente que discrepa. No es cuestión de ignorancia, es cuestión de gustos, y para gustos los colores.





 

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